martes, 26 de enero de 2010

POPULARIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

Domingo, 24 de enero de 2010
Nadie defiende lo que no conoce

Por Juan Santiago Fraschina *
Existe la creencia generalizada de que la función principal y casi excluyente de los economistas heterodoxos es oponerse a la visión neoliberal y que, por lo tanto, propugnar por un Estado intervencionista, por la integración latinoamericana, el proteccionismo, el aumento de salario para los trabajadores y el fortalecimiento del mercado interno debe ser la misión principal de dichos economistas.
En este sentido, los economistas heterodoxos están convencidos de que lo peor del “vendaval” neoliberal fueron sus políticas económicas y sus nefastas consecuencias económicas y sociales.
Las políticas aplicadas a partir de mediados de la década del setenta y profundizadas en los distintos gobiernos democráticos posteriores hasta el 2003 se caracterizaron por la apertura comercial, la desregulación de los mercados, el programa de privatizaciones y la flexibilización laboral. Las consecuencias del modelo rentístico-financiero-neoliberal son bien conocidas: fuerte proceso de desindustrialización, primarización de la economía argentina, crecimiento de la deuda externa y la fuga de capitales, vulnerabilidad económica frente al sistema financiero internacional, la concentración económica como resultado del quiebre y desaparición de una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas y el aumento de la exclusión social a partir del incremento de la desocupación, la subocupación, el trabajo no registrado, la pobreza y la indigencia y la desigualdad social.
En otras palabras, la aplicación del paradigma monetarista-neoliberal impulsado por los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional en representación de los países centrales y de los sectores dominantes internos implicó para la Argentina una pauperización económica y social.
En este contexto, los economistas heterodoxos se oponen a la concepción monetarista de la economía y desarrollan una disputa intelectual con los economistas ortodoxos acerca de la necesidad de la intervención del Estado para la aplicación de distintas políticas públicas para incentivar el desarrollo económico y social.
Es decir, según los economistas heterodoxos, las funciones más importantes son básicamente dos. Por un lado, la disputa académica a partir de la participación en jornadas, seminarios y congresos, la publicación de distintos artículos en revistas especializadas y la ocupación de funciones en diferentes cátedras de la universidad. Por otro lado, la ocupación de cargos estratégicos en el sector público para así de esta manera influenciar en la aplicación de las políticas públicas para poder revertir los efectos del neoliberalismo en nuestro país.
La primera función la desarrollaron a partir de la misma aplicación del modelo neoliberal. Pero con la llegada del kirchnerismo y la instauración de un nuevo modelo de desarrollo de valorización productiva a partir del proceso de reindustrialización con inclusión social, gran parte de estos economistas heterodoxos pudo efectivamente acceder a distintos puestos en la administración pública.
En efecto, con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia en mayo de 2003 se empezó a aplicar buena parte de las políticas recomendadas por la heterodoxia. Esta coincidencia ideológica permitió la llegada al Estado de los economistas que se opusieron intelectual y académicamente en las décadas anteriores a la aplicación del paradigma neoliberal.
Este nuevo modelo de desarrollo estructurado a partir de la intervención del Estado en distintas áreas permitió el inicio de la reconstrucción económica y social de la Argentina, a partir de la recomposición del aporte manufacturero, la reducción de la deuda externa, la disminución del desempleo y subempleo y la baja en la pobreza y la indigencia.
Sin embargo, luego de haber transcurrido seis años y acercándose las próximas elecciones presidenciables en 2011, se percibe una sensación de fragilidad del nuevo modelo de desarrollo. En efecto, se intuye que si gana la oposición no encontrará gran resistencia para la aplicación nuevamente de las políticas ortodoxas.
En este sentido, que los sectores dominantes, a los cuales beneficiarán estas políticas neoliberales, no se opongan es lógico. Pero existe la sensación de que gran parte de los sectores populares y medios, a los cuales ese modelo perjudicará, tampoco se van a oponer. La defensa del modelo de valorización productiva con inclusión social por parte de los sectores medios y populares es débil y, por lo tanto, la sostenibilidad del mismo depende casi con exclusividad del triunfo del oficialismo en las elecciones de 2011.
Pero entonces surge una pregunta central: ¿Por qué si este modelo redujo el desempleo, la subocupación, el trabajo en “negro”, la pobreza y la indigencia, mejoró la distribución del ingreso, reindustrializó y aumentó la sustentabilidad económica, entre otras cosas, su perdurabilidad depende de una elección presidencial?
Para responder esta pregunta entonces es fundamental entender la consecuencia más perversa de los economistas ortodoxos. Es cierto que una de las peores herencias que nos dejó el paradigma neoliberal fueron sus consecuencias económicas y sociales. Pero si sólo fuera esto, la solución es fácil: un gobierno como el de Néstor Kirchner que comience a aplicar políticas distintas.
Sin embargo, la tarea para los economistas heterodoxos es más difícil, debido a que el peor legado de la ortodoxia fue la privatización de la ciencia económica. Uno de los grandes triunfos de la ortodoxia fue crear la concepción de que la economía es una ciencia oculta e inalcanzable para el individuo común. Por lo tanto, según esta visión, la discusión económica es sólo para expertos, quedando excluidos de dicho debate los sectores no autorizados por la academia.
En este sentido, el economista, en última instancia, les explicará a los “no entendidos” sobre economía (el hombre vulgar debe escuchar y preguntarle al economista, pero nunca opinar sobre las problemáticas económicas, debido a que son temas sumamente complicados y que llevan mucho tiempo de análisis).
La matematización de la economía propuesta por la ortodoxia va en esta dirección. La introducción de derivadas, logaritmo y funciones para la creación de modelos económicos en base a las matemáticas contribuyó a la reducción del debate económico y al alejamiento de los sectores populares sobre la discusión económica. Los neoliberales junto con los sectores dominantes excluyeron del debate económico a los sectores populares para quitarles de esta manera una herramienta fundamental en la defensa de sus propios intereses.
Gran parte de los economistas heterodoxos contribuyó con el proceso de privatización de la ciencia económica. Al utilizar las mismas herramientas y metodologías para demostrar las ideas contrarias, contribuyen con la visión de la economía como una ciencia oculta.
Este proceso se agravó con la situación educacional que nos dejó el neoliberalismo. La pauperización económica de los sectores medios y bajos a partir de la instauración del modelo neoliberal implicó la exclusión de los sectores populares de la educación formal en general y de las universidades en particular. Por lo tanto, es imposible que los sectores más vulnerables accedan en la actualidad a los debates económicos por vía de la educación y la universidad pública.
De esta manera, escribir artículos en revista especializadas, presentar trabajos en congresos y seminarios, ocupar cargos estratégicos en el sector público y en las cátedras de las universidades no rompe con la consecuencia de la ortodoxia, es decir, el alejamiento de los sectores populares y medios del debate económico.
La disputa ideológica, intelectual y de cargos es importante y debe ser sostenida. Pero la función central en la actualidad de la heterodoxia debe ser la popularización de la ciencia económica. Esto es, volver a introducir en el debate económico a los sectores medios y bajos. Este es el único camino que puede permitir que los sectores que se perjudicarían con el régimen neoliberal defiendan el nuevo modelo de desarrollo instaurado en 2003. Pues nadie defiende lo que no conoce.

* Del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP), www.geenap.com.ar

© 2000-2010 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Todos los Derechos Reservados

sábado, 23 de enero de 2010

OPINION
Bicentenario, tumbas y estatuas

Por José Pablo Feinmann
Todo lo que está pasando –en nuestro país y en el mundo– se integra en una estrategia global de contrainsurgencia. Los tiempos son graves y se irán endureciendo. La derecha occidental (que se expresa en la contrainsurgencia) tiene como horizonte inmediato el retorno a la Doctrina de la Seguridad Nacional. Si alguien había pensado que Obama habría de trastrocar los planes del Imperio en su política bélica global, ya puede olvidarse de esas ilusiones. El fortalecimiento del golpe en Honduras marca una herida de impredecible (o acaso, lo que es peor, predecible) importancia en América latina. Obama ha sido derrotado, antes que por los golpistas hondureños, por el complejo militar-industrial de Estados Unidos. Es este complejo el que nadie (demócrata o negro o santo o hippie o Jesucristo Super Star) podrá tocar. La contrainsurgencia seguirá ocupando la prioridad estratégica de siempre. Esto implica retomar el “consenso de Washington”, retomar los axiomas del neoliberalismo, sumar a Europa a este proyecto (lo que nada costará) y muy especialmente sujetar duramente todo posible “desvío” de ese patio trasero que se ubica al sur del Río Grande. Nosotros. Aquí, en América latina, la contrainsurgencia ha instalado su centro de operaciones en Colombia. No sabemos ni podemos saber qué pasa en Colombia. Que ya funcione una Escuela de las Américas no debiera sorprendernos. Y que las bases norteamericanas se hayan multiplicado, tampoco. El Imperio sigue sosteniendo la geoestrategia de la unipolaridad. Los llamados neocons-republicanos permanecen en dominio del gigantesco aparato militar, que es insaciable y no puede detenerse. La cuestión acaso sea menos intensamente ideológica que en los tiempos de la Guerra Fría, pero es más desesperada. Estados Unidos necesita asegurar su abastecimiento de modo seguro, permanente. El mundo se desangra en enfrentamientos para que el ciudadano medio norteamericano no pase calor ni frío. Para que sus automóviles funcionen y las industrias de la nación no se detengan. Los neocons-republicanos tienen un enorme país a su cargo y esto los arroja a asegurarse la posesión geoestratégica del mundo. Lo que implica la integración de China a este proyecto, ya que no se lo podrá agredir militarmente. Para el resto del mundo pareciera (muy momentáneamente) seguir rigiendo la preemption (guerra preventiva) que lanzara Bush después del episodio de las Torres. Pero, como dijimos, por el momento. El Imperio global-comunicacional deberá avanzar aún más si desea consolidar su predominio. Este predominio lo consigue interviniendo directamente –como en Irak– o respaldando abiertamente a los grupos políticos que expresan sus intereses en el mundo. Es decir, aquellos que enfrentan a todo lo que pueda expresar un desvío ante la política de poder unipolar norteamericano. Retorna (luego de una leve ilusión contraria con Obama) el “con nosotros o contra nosotros” de Bush. Nadie queda fuera del esquema beligerante. Para eso el mundo se ha globalizado. Así, debemos dejar establecido que la nueva teoría de la contrainsurgencia surge en el marco de la “Guerra contra el terror”. Esta “guerra” no sólo se libra en el campo militar. Todo aquello que se diferencie o se oponga a la geoestrategia de unipolaridad de Estados Unidos cae dentro del concepto de insurgencia. “Insurgencia” es, en lo esencial, aquello que aparta a las sociedades de lo establecido en el Consenso de Washington y de la concepción neoliberal de la economía. Así –aunque en Estados Unidos sea habitual el descabezamiento de ciertos monopolios–, si en un país latinoamericano se agrede a un monopolio encuadrado dentro del esquema de seguridad neocons-republicano (Consenso de Washington-neoliberalismo-lucha contra el terror y el narcotráfico), el Imperio lo defenderá sin hesitación alguna. ¿Cómo? Instrumentando los elementos de poder con que cuenta en el país en que sucede el conflicto. (Nota: Para preparar el golpe en Chile, Nixon y Kissinger le dieron a El Mercurio dos millones de dólares para crear el “clima propicio” para el descabezamiento de Salvador Allende.) Lo que no se aceptará es el freno –ningún tipo de freno– a la “era americana” en el siglo XXI. Los islámicos habían elaborado un concepto de gran precisión: lo “glocal”. De modo inmediato, ya, el Imperio asoció la “glocalización” a la “insurgencia”. No puede existir en la “era americana” glocalización alguna. Lo glocal sería una afirmación de lo local en medio de lo global. No se rechaza la globalización, pero sólo se aceptará integrarse a ella desde la primacía de lo local. Esta primacía es la insurgencia. Porque la primacía no es la de la “localización” ante la “globalización”, sino que sólo existe un proyecto bélico estratégico y cultural: la “globalización”. Todo acto de glocalización será severamente incluido dentro de la insurgencia. “Simon W. Murden propone otra mirada que ubicaría la contrainsurgencia (...) cuyo fin sería hacerles frente a las insurgencias ‘glocal’ (a la vez local y global) en un mundo globalizado” (Khatchik DerGhougassian, “La contrainsurgencia Global en la Lógica de la Geopolítica Unipolar”, en Cuadernos de Actualidad en Defensa y Estrategia, Edición del Ministerio de Defensa, p. 14). Y añade: “En esta perspectiva, la insurgencia ‘yihadista’ es tan sólo un episodio. En el marco de la globalización presente emergerán muevas rebeliones e insurgencias de distintos signos ideológicos y con estrategias diversas” (Ibid., p. 14).

En resumen: la contrainsurgencia en el siglo XXI consiste en asegurar la unipolaridad del Imperio bélico-comunicacional. La contrainsurgencia se expresa como Lógica de la Geopolítica Unipolar. Si definimos al Imperio como bélico-comunicacional es porque instrumenta –desde hace ya tiempo, sin cesar– el poder que le otorga la revolución que hizo desde los ’80 hasta hoy. Se trata de la única revolución exitosa del siglo XX: la revolución comunicacional. El Imperio es bélico porque somete por las armas. Y es comunicacional porque somete por los medios. Este nuevo poder no alcanzó a ser estudiado ni por Foucault, el gran teórico del poder en el siglo XX. La misión de lo comunicacional es la de la colonización de las conciencias. Foucault acertó al decir que había que abandonar la idea de la “crueldad” como inherente a la “represión”. No, la represión comunicacional radica en entretener al receptor y atrapar su conciencia y sofocarla y colonizarla con la “verdad” del poder. La verdad no existe. La verdad es una creación de los medios. Los medios son parte esencial de la contrainsurgencia. Es necesario controlar o aniquilar o inmaterializar toda verdad que provenga del sector insurgente, el opuesto al proyecto global que hegemoniza la geopolítica unipolar. A las verdades del poder insurgente hay que oponerles las de la unipolaridad del poder global, transnacional, antiglocal, socio mayoritario de la empresa que forma con los poderes que lo representan en cada país. Se podría señalar que ésta es la “vieja” lógica del imperialismo y el antiimperialismo. Sí y no. Un Imperio –y el país que anhela imponer la “era americana” en el siglo XXI lo es– desarrolla siempre una política “imperialista”. ¿Qué hace Estados Unidos en Irak? Peor: hace colonialismo. Una táctica ya superada desde el siglo XIX. El país imperial se instala en el colonizado y ahí se queda. Hasta George Canning y Richard Cobden desaconsejaban esta política al Imperio británico. Pero varias cosas han cambiado. La contrainsurgencia enfrenta un fenómeno global, la insurgencia. Que está en todas partes. La enfrenta con las armas –al viejo estilo– y con los mass media, al nuevo estilo. “Denme a un sujeto, pónganlo 16 horas frente a un televisor y tendré un sujeto-sujetado”, podría decir el guerrero comunicacional. La insurgencia se sofoca por medio de la verdad de la contrainsurgencia que los medios que le sirven imponen a la población. En nuestro país –único caso en el mundo– la contrainsurgencia cuenta con la “ideología taxi”. Aunque ya es posible sospechar que algunos de los buenos muchachos que manejan esos bichos negros y amarillos están puestos ahí por la contrainsurgencia. Algunos tienen tanto ardor, vehemencia, tanta información, un pensamiento tan estructurado que uno, lo quiera o no, elabora teorías conspirativas. (Sí, créalo: es improbable que algunos “tacheros” digan lo que dicen, sepan lo que sepan, o, lo más evidente, razonen con tal precisión por el sólo hecho de escuchar la radio mientras manejan y llevan a sus pasajeros de un lado a otro contrabandeando ideología de un modo efectivo y casi admirable. Además, al taxista todos le temen. Suponen que tiene un caño para probar la presión de las gomas y con él les romperán la cabeza. Raro el que le diga: “Perdón, callesé, por favor. No subí aquí para escucharlo a usted”. O: “Pare en la esquina. Voy a tomar el subte”. No, todos escuchan. Algunos discuten. Otros no contestan y se hacen los distraídos. Pero el mensaje entra igual. La “contrainsurgencia tachera” es poderosa en la Argentina.)

En América latina el panorama es grave. Sé que Horacio González se presentó en un programa de televisión (Los siete locos) y sólo dijo: “Estoy aquí para advertir que una derecha temible nos acecha. Quiero decir eso, nada más”. Repito: lo de Honduras es gravísimo. Lo de Colombia también. Chávez está marcado, sólo lo salva el petróleo que negocia con Estados Unidos. Pero tiene una oposición golpista y educada en Miami. Evo ya ha enfrentado situaciones de golpe institucional. Nosotros también. Tenemos, para el Imperio y sus aliados locales, un gobierno insurgente. Un gobierno glocalizador. De aquí la furia que se descarga contra él. La ausencia de figuras lúcidas, inteligentes, en una oposición endeble, se sustituye por la agresión mediática. Acaba de aparecer un libro de un mínimo periodista que pinta al “líder de la insurgencia” (Néstor Kirchner) como el peor tipo que haya atravesado la política argentina. Es tanta la carga de atrocidades que se arroja sobre él que termina uno por reírse: “Aquí viene otro que quiere vender libros como pan caliente siguiendo el ejemplo de ese escritor que se lamenta de las desdichas de su pobre patria”. Pero no hay que reírse. Todo eso suma. Sobre todo en una clase media hoy próspera, que hizo su prosperidad bajo el “gobierno insurgente” y ahora quiere aniquilarlo. Los mismos que alguna vez dijeron: “Piqueteros, cacerolas/ La lucha es una sola”. La situación es grave. Si Lugo acaba de denunciar el peligro de “milicias agrarias” en Paraguay, habría que pensar hasta qué punto no se estuvo cerca de eso en 2008. Total, con el desdén por la institucionalidad que enuncian claramente los viejos militantes de la contrainsurgencia como Grondona y Biolcati, todo es posible. (¡Y vaya si el señor Grondona no es un viejo, nunca cansado, militante de todas las contrainsurgencias desde 1955 a la fecha!)

Para terminar: ¿qué bicentenario se piensa festejar? ¿El bicentenario de qué? Todas las fuerzas retrógradas que hicieron del primer centenario un festín triunfal de las clases dirigentes, de las triunfadoras oligarquías, están en total vigencia. ¿Nos vamos a unir todos? ¿Somos una sola nación unida por el amor de Dios? Cuando al general Roca le llegó la queja anarquista por los cientos de miles de indios que había exterminado en su “conquista” del desierto, dijo o debió haber dicho: “Así son las cosas. Son las leyes del progreso de la Historia. Por eso, a nosotros, la patria nos hará héroes y nos levantará estatuas. Ellos, los derrotados, siempre serán mártires y tendrán, con suerte, tumbas donde se los llore”.


© 2000-2009 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Todos los Derechos Reservados

viernes, 22 de enero de 2010

Página I12 Ultimas Noticias-Edicion Impresa -22/01/2010


Heller: "El gasto público es una herramienta contra la pobreza y la exclusión"
El diputado nacional de Nuevo Encuentro Popular y Solidario reiteró hoy su respaldo a la creación del Fondo del Bicentenario, al sostener que "es una buena medida de política económica".

"No deberíamos asustarnos de la idea de que se de la posibilidad de que haya capacidad para gastar más. Los que están pidiendo gastar menos y ajuste, no pueden al mismo tiempo estar pidiendo mejorar la distribución de la riqueza, combatir la pobreza y horrorizarse por todos los fenómenos que la pobreza genera", afirmó Carlos Heller.

El legislador formuló declaraciones tras participar de la reunión de la comisión de Finanzas de la Cámara baja. Heller consideró que "el gasto público es una de las herramientas más aptas para atacar los problemas de pobreza y de exclusion social". "Creo que tratándose de una partida importante sería atinado que una vez que se constituya el fondo, el Poder Ejecutivo le remita al parlamento un ajuste de presupuesto indicando el destino que debería tener ese fondo", añadió el legislador.

Y agregó que no creía que "la Argentina haya tenido jamás en su historia este nivel de reservas. Creo que es una situación excepcional, que no es producto de la política del Banco Central, es producto de las políticas macroeconómicas que se han generado". "Esas políticas han cambiado, por ejemplo, el perfil de nuestro comercio exterior para que la Argentina pase de ser un país que tenía históricamente déficit comercial, a cerrar el año con superavit de balanza comercial, con una perspectiva de que la situación se repita en 2010", afirmó.

Finalmente, no descartó que, si se manejan adecuadamente, "muchas de estas reservas ni siquiera se lleguen a utilizar, porque si la Agentina da sustentabilidad al vencimiento de las obligaciones que hay en este año, es posible que en algún momento pueda salir al mercado voluntario y efectuar renovaciones, pagando los servicios y renovando el capital".
LA DIFERENCIACIÓN NORTE-SUR EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Días atrás caminábamos por Mataderos con otros candidatos de “Encuentro Popular para la Victoria” y nos acompañaba una cámara de televisión, entonces le dije: “mira no necesito saltar ningún pozo, apunten para abajo, miren por las veredas que estamos caminando y cómo está todo”.

Si bien no podemos negar que hay una enorme acción de embellecimiento de algunas zonas de la ciudad de Buenos Aires, arreglando veredas, haciendo peatonales de calles que no eran peatonales.

Considero que marca todo un estilo y una definición, porque mientras se invierte en algunas zonas en el norte que están quedando muy lindas, en el Sur todo sigue igual y eso se visualiza en cada recorrida que hacemos por los barrios.

El sur de la ciudad necesita que el Estado se haga presente en las cosas realmente importantes: educación, salud, vivienda y transporte. Creo que es una de las grandes asignaturas que tiene pendiente la Ciudad de Buenos Aires.

El gobierno de la ciudad ha priorizado permanentemente las inversiones que tienen que ver con el Norte de la Ciudad y el Sur sigue tan postergado como siempre. Ocurre lo mismo con las promesas de ampliar el subte: se prefiere gastar en lo cosmético en vez de priorizar lo importante.

Nuestra tarea es hacer que se escuchen también los reclamos y las necesidades de la gente de los barrios populares y de la clase media.

Queremos escucharte.
Se necesita una nueva Ley de fomento al crédito productivo

Artículo publicado por: Carlos Heller

Considero que lo que está en discusión no es tanto el nivel de las tasas pasivas, sino el nivel de las tasas activas, que los bancos cobran por los préstamos. La diferencia entre ambas tasas, el spread o margen financiero, ha aumentado en los últimos años, y ello no tiene que ver con la confianza de la población, sino con el modelo de gestión de los bancos privados que priorizan la rentabilidad como meta de sus negocios.

Si bien tanto el gobierno como los bancos oficiales han generado distintos programas con tasas de préstamos accesibles para la producción, es evidente que se necesita que en todo el sector bancario bajen las altas tasas de los préstamos a la producción, porque ello demora la recuperación y el crecimiento económico.

Ante tal situación pienso que se requiere con prontitud la sanción de una nueva ley de fomento al crédito productivo, como parte de una reforma más profunda que rija la actividad de los bancos, para que todo el sistema financiero contribuya a los objetivos de recuperación y crecimiento que desean todos los habitantes.

Esta será una de las asignaturas en las que tengo pensado trabajar, la creación de una nueva Ley de Entidades Financieras que remplace a la vigente heredada de la dictadura.

viernes, 8 de enero de 2010

DE INAUGURACIÓN...

BIENVENIDOS AL BLOG ...!!! Cñeros.desde aquí compartiremos nuestras inquietudes,actividades,pero por sobre todas las cosas nuestro compromiso con el vecino de nuestra querida COMUNA 10.